27 ago 2012
Escoria: La historia de un ladrón
He vivido una mentira toda mi vida, una mentira de la que trato de huir todos los días, a veces me parece mentira, pienso que fue la vida de otra persona y que la vi a través de sus ojos, pero entonces recuerdo que sus pensamientos eran los mismos míos, que los ojos que miraban de lado a lado eran los mios, que las manos sudorosas que sostenían el dinero eran las mías.
Recuerdo la primera vez, pero ese entonces mis padres seguían juntos, lo recuerdo porque cada uno me llevaba tomado de una mano, y yo iba en el medio, feliz, descubriendo el mundo, algo nuevo para mi, todo resultaba grande, listo para explorar, y yo estaba dispuesto a conocer, a descubrir, recuerdo pasillos, recuerdo colores y extravagantes vitrinas y recuerdo que al salir de la tienda aun sostenía en la mano la estampita.Fue un acto inocente.
Me translado unos años adelante, era abandonado en una habitación, donde podia pasar horas, cerraba la puerta, por temor a que aparecería aquel perro que amenazaba con morderme, salir de esa habitación resultaba toda una proesa, el perro me seguia, me olia y se lanzaba a atacarme, sabia que yo tan solo era un invasor, un invasor que al final del dia salia con un puñado de juguetes en sus bolsillos, juguetes que no eran suyos.
Los años pasaron y cada vez eran mas absurdas e ingeniosas las tácticas que usaba, ya no solo los bolsillos resultaban utiles, tambien las suelas de los zapatos, las medias, cualquier cavidad era sinónimo de un objeto mas que iba a parar a las manos de ese ladrón en ascenso.
Recuerdo bajar las escaleras silenciosamente, me habia quitado los zapatos, eso me facilitaría moverme mas rápido, me cole en las habitaciones, sabia a donde me dirigia, y alli estaban, todas a mi disposición, comenzó el saqueo, para esa noche mis bolsillos habían salido tan pesados como mi conciencia.
Fueron epocas derrochadoras, todo lo que veia lo compraba, no importa cuan ridículo fuera, debia ser mio, sin saberlo con mis acciones estaba desencadenando la destrucción de los que me rodeaban, pero allí seguia yo, la escoria, el cobarde que nunca dijo una palabra, que vio como todo se pudría a su alrededor y sin embargo no movio un dedo.
Toda mi vida ha sido una mentira, mi educación es otra de esas grande falsedades, fui el responsable de todo, y de nuevo el encargado de manipular los números ¿ Han notado que un 3 se puede cambiar facilmente por un 8? ¿ Que un 1 se puede cambiar por un 7?
Me estaba convirtiendo
Debo reconocerlo si para algo era bueno era para eso, mi mente trabajaba a toda maquina ideando sistemas nuevos, la observación se había convertido en quiza mi sentido mas desarrollado, y yo ya habia divisado mi siguiente objetivo, estaba allí en esa vitrina, pasaba varias veces al día solo para admirarlo y para planear mi estratagema, por fin estuve listo y me acerque, era un fin de semana, como todos los grandes almacenes estaba lleno, me fue dificil captar la atención del tendero, le solicite el preciado objeto, la mujer me paso la caja, la observe, observe a la mujer que atendia a otros clientes, mire a mi alrededor, nadie observaba, nadie sospechaba de mi, abrí la caja y saque el objeto rápidamente metiendolo entre las mangas de mi chaqueta, sentia el sudor correr por mi frente, el corazón me latia tan rapido que sentia los latidos a través de todo mi cuerpo, devolvi la caja, vacia, nadie lo noto, sali caminando tranquilamente del lugar, apenas estuve afuera tome aire, respire como si hubiera estado sumergido en el agua durante varios minutos, luego de eso corrí, corrí mientras negaba con la cabeza, ¿ En realidad valía la pena tantos riesgos a los que me enfrentaba?
Cuando llegue a mi casa arroje el objeto por la ventana y ví como era destrozado por las ruedas de los vehiculos que le pasaban por encima, tome mi cabeza entre mis manos prometiendo no volver a hacerlo
¿ Acaso las repercusiones no habian sido suficientes? Estaba dispuesto a compensar a todos aquellos a quienes habia herido por culpa de mis acciones. Por eso empeze a detestarlos, a odiarlos, a todos aquellos truhanes, granujas, bandidos que me recordaban a la persona que alguna vez fuí...o que creí dejar de ser...
Ahora estoy aqui frente a la entrada de este banco, siento el peso de ese revolver en mi bolsillo, mis manos sudorosas, igual que la primera vez, y avanzo decidido mientras me pongo una mascara que cubra mi rostro, no para que no me reconozcan los demás, sino para que cuando me mire en un espejo no reconozca al ladrón que me mira del otro lado.
Sgt Cristian
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