25 ene 2013

Robando melodías II (Demon lover)



(Sincronizar letra con audio)


Acércate, te quiero contar
 una historia que te hará temblar
con un toque de risa
es mejor darse prisa 
no sea que el aire se vaya a acabar

Si creías que tras una cara bonita 
solo un buen polvo puede quedar
muchacho me temo
tu vida se acaba
 pues en la mañana solo pedazos  serás

Espero otros se lo piensen  muy bien 
era una buena noche y  la última también

Esa sonrisa 
de estúpida ingenuidad
esconde  colmillos
y tu ya verás 
  ella es un demonio , salvaje y voraz 

En cuanto le hables
en tu sombra se convertirá
corre  cuanto quieras
no podrás escapar
ella es un demonio , salvaje y voraz


No trates de ser  un caballero ,un galán
a ella solo le importa tu carne poder cortar
llévala contento en tu coche veloz
hasta llegar a una tumba-motel
paga afanoso para llegar al cuarto
sus ropas quieres arrancar

Y entonces lo sientes
cerrando la puerta
tu cabeza y tus hombros  juntos ya no estarán


Espero otros se lo piensen  muy bien 
era una buena noche y  la última también



Esa sonrisa 
de estúpida ingenuidad
esconde  colmillos
y tu ya verás 
 es un demonio , salvaje y voraz 

En cuanto le hables
en tu sombra se convertirá
corre  cuanto quieras
no podrás escapar
 es un demonio , salvaje y voraz

(Solo)

De fondo  solo se escucha esta canción
tu cuerpo está por toda la habitación
 muy tarde es para hacer las cosas bien
mas como todos saben , de esta masacre
ni el primero ni el ultimo tampoco serás
Esa sonrisa
de estúpida ingenuidad
esconde  colmillos
y tu ya verás
  ella es un demonio , salvaje y voraz

En cuanto le hables
en tu sombra se convertirá
corre  cuanto quieras
no podrás escapar
 ella es un demonio , salvaje y voraz

ella es un demonio , salvaje y voraz
ella es un demonio , salvaje y voraz


23 ene 2013

Merecía una horrible y asquerosa noche llena de las más horribles pesadillas...

Tomó su celular y la llamó nuevamente. Entonces empezó aquel sonido que nublaba de suspenso su mente.
-Uno, dos... tres- contaba el numero de timbres antes de que la llamada se desviara al buzón de mensajes- ...cuatro-.
Buzón de mensajes. Había sonado cuatro veces. Las dos veces anteriores había sonado el mismo numero de veces. Sabía al menos que no le estaba colgando, por tanto deducía que tenia el teléfono lejos y por ello lo ignoraba. Se pregunto si llamarla una cuarta vez sería excesivo. Sonó cuatro veces y nada cambió. Dejó el teléfono en una mesa. Se sintió una vez más como no le gustaba sentirse. Derrotado por nadie. Solo por su estupidez y su orgullo. Él mismo era su peor enemigo. Él mismo se hacia sentir inseguro. Él mismo era el que la decepcionaba. Y solo podía preguntarse cuanto más iba a aguantar. Se preguntaba si podía ser así de por vida. Pensaba "¿Cuantas veces debo perdonar a mi hermano?... setenta veces siete". Se preguntaba si era cierto. En esto había prendido uno de esos cigarrillos que tanto odiaba y que cada vez repudiaba más y más. "Setenta veces siete.." prosiguió. Se imaginó que si de verdad se amaban esto debía ser cierto. Pero luego se dijo a sí mismo que no era justo. No era justo que ella sufriera de ese modo. Él también sufría de vez en cuando por ella, pero no podía soportar la sensación que le producía saber que ella estaba sufriendo por su culpa. Sabía que ella ya no contestaría esa noche. Esa mala costumbre que tienen los seres humanos de irse a dormir sabiendo que todo esta mal. Aunque al mismo tiempo es comprensible. Se tiró al piso frustrado. Chupó de su cigarrillo y lloró en silencio. No quería que nadie se enterara de su situación y le fueran a preguntar de forma desinteresada e imprudente que le sucedía. Acabo el cigarrillo. Se pasó la mano suavemente por sus ojos limpiando sus lagrimas. Cogió el resto de la caja de cigarrillos y la botó a la basura, al fin de cuentas a ella nunca le había gustado que fumara. Abrió el cajón de su mesita de noche ubicado al lado de su cama. Un dolor atravesó el lado izquierdo de su pecho. Se quejó en silencio. Una vez le hubo pasado, buscó en su mesa de noche una cajita negra. La cogió con ternura, mientras su mano derecha seguía sobándose el pecho. La abrió con delicadeza. Al ver aquel anillo no pudo evitar derramar unas cuantas lagrimas y soltar un pequeño alarido ahogado. Cerró el cajón y ubicó la cajita encima de la mesa de noche. La dejó abierta y mirando hacia la cama. Se quitó el pantalón, quitó las cobijas, apagó la luz y se acostó boca abajo mirando la cajita. Aún en la oscuridad brillaba. Empezó a llorar, en silencio. Entonces algo interrumpió su llanto. Otro dolor. Era como el anterior, solo que más intenso y en el brazo izquierdo. Se levantó alarmado. Recordó aquella vez que ella se quejaba de un dolor en su pecho y él le había contado que el corazón no dolía en el pecho sino en el brazo izquierdo.


Le dio risa. Pensó que era un idiota por pensar semejante cosa. Y luego pensó ¿Y qué si esta era su última noche? Esto lo estremeció por completo. Acelerado, puso su mano sobre su corazón. Lo sintió muy débil  De hecho, le costó mucho sentirlo. Se asustó, y en medio del pánico, trató de calmarse y pensar claramente. Seguramente por el susto que el mismo se había dado, su corazón se había visto afectado. No era doctor, pero esto tenía lógica para él. Así que creyó nuevamente que eran bobadas y se acostó a dormir. El dolor nuevamente atravesó desde su brazo hasta su pecho. Saltó del dolor y alarmado, puso su mano sobre su pecho. Esta vez no sintió ningún latido. Desesperado empezó a respirar fuertemente. Finalmente, tras un suspenso desagradable, sintió un pequeño golpecito dentro de sí mismo. Se levantó del pánico. Halo el dedo medio de su mano izquierda. Alguna vez había escuchado que ayudaba a prevenir infartos cardíacos. Y pensó nuevamente enserio: "¿Y qué si esta es mi última noche?".

Para ser claro, no pensó en su basta y hermosa familia que estaba llena de amor y se lo había dado todo para ser quien era. Tampoco pensó en sus amigos que por buenas o malas, habían hecho lo que el era, una personalidad explosiva pero finalmente distinguida que lo hacia único y lo hacia merecedor de ser llamado individuo. Tampoco en la música, su sueño frustrado. En todo lo que podía pensar era en ella. ¿Cómo iba a poder expresarle que la amaba tanto que quería pasar el resto de su vida a su lado? ¿Cómo iba a poder darle la gran disculpa que le debía por haberla decepcionado? Sencillamente no podía. Y sin embargo se sentía feliz. Se sentía feliz porque ella lo hacia feliz. Feliz porque ella era feliz. ¿Y se iba a ir sin siquiera darle las gracias? ¿Se iba a ir sin que ella supiera que de verdad lo sentía? Y sin embargo podía morir en paz. Porque la tenía. Porque la había tenido. Porque a pesar de todo, sentía que siempre la tendría. Pensó que si era su última noche, ella debía saber que antes de morir lo único que le importaba era ella. Sin embargo su dolor incrementaba. Se sentía mareado. Sin fuerzas para seguir de pie. Se acostó agotado. Estaba rendido. Era ya tarde, el día había sido pesado y se sentía pésimo. Puso su mano sobre su corazón. Sentía latidos muy irregulares. No tenía fuerzas ni de llorar. Alguna vez lo había intrigado el porqué los humanos estaban tan seguros de que el sol salía todos los días. Irónicamente para él, el sol no volvería a salir. De haber sabido que iba a morir habría aprovechado su último atardecer. Tal vez habría tomado algunas fotos desde aquella ventana por la cual siempre retrataba el ocaso. Recordó aquel sol que había visto hace poco justo encima del mar... El mar... El mar le recordaba el color que al tanto le gustaba ver en las uñas de ella... Sus uñas... Entonces ahí se dio cuenta. Abrió una vez más sus ojos. Miró sus uñas. Se dio cuenta que nunca las había podido dejar de morder. Levanto su dedo indice. Alzó su mano y con todas las fuerzas que le quedaban rayó con su uña la pared que tenía al lado. Escribió: "Te Amo". Dejó caer su mano. Durmió tan profundo como nunca había dormido en toda su vida. Tan profundo que fue cuarenta y siete horas después que se supo que no despertaría nunca jamás.