13 oct 2014

El caronte de la eutanasia


Por Cristian Mora

El doctor Gustavo Quintana lleva más
de treinta años practicando la eutanasia
a pacientes con enfermedades terminales. Foto Cristian Mora 
Gustavo Quintana, es uno de los doctores más reconocidos en el tema de la eutanasia, formado en la Universidad Nacional, con estudios en medicina, arquitectura y diseño industrial, sufrió de un accidente automovilístico hace casi treinta años, el cual casi lo deja sin vida, la ventana abierta permitió que Quintana sobreviviera, mientras era llevado al hospital, dejó de sentir las piernas ¿Cómo voy a quedarme el resto de mi vida en una cama? Pensó, desde aquel momento comenzó a pensar en que las personas tienen todo el derecho de decidir sobre el final de su propia vida, también desde ese momento comenzó a asistir el final de muchos pacientes que se lo solicitaban.

“Generalmente hago entre dos y tres eutanasias por mes, lo único que necesito es que el paciente me diga: no quiero vivir más doctor, ayúdeme a fallecer; voy hablo con él y su familia, explico en que consiste el método, colocamos anestesia por vía endovenosa, el doble de lo que se usaría en una cirugía de matriz y cuando ya está en ese profundo sueño se aplica otro medicamento que relaja el corazón, sin producir algún dolor, una vez que se detiene el corazón, ya no se envía sangre a los pulmones y el diafragma termina consumiendo el oxígeno disponible en el cuerpo, en seis minutos el paciente ha fallecido”.

A cientos de kilómetros de distancia, Frank Van Den Bleeken, condenado a cadena perpetua por los crímenes de  homicidio y violación, se ha convertido en el primer presidiario en morir con dignidad tras recibir la aprobación del Ministerio de Justicia, institución ante la cual Van Den Bleeken ya se había presentado en el año 2011 alegando "angustia psicológica insoportable", en dicha ocasión, la Comisión Federal para la Eutanasia prefirió buscar otras alternativas de tratamiento antes de considerar una medida tan drástica.

 "Soy un ser humano y, con independencia de lo que hice, sigo siendo un ser humano",
 ¿Qué se supone que tengo que hacer, pudrirme aquí? Prefiero la eutanasia" Imagen BBC

Bélgica, junto a Holanda es una de las naciones pioneras en la legalización de la eutanasia, práctica que es permitida desde el 2002 y a la que recurren cerca de 1.400 personas al año tras ser previamente autorizados por una comisión de control gubernamental.

Según declaraciones de uno de sus abogados, Jos Vander Velpen, no se le está permitido revelar información acerca del lugar y del día del acontecimiento, el recluso será trasladado a un hospital donde se despedirá de su familia y se realizará el procedimiento.

Este tipo de situaciones parece incluso algo insólitas en el continente europeo, e incluso, aplicándolo a la realidad de las centros penitenciarios en Colombia resulta aún más diferente, al igual que en países como Bélgica, la pena de muerte no existe, lo que ha llevado al hacinamiento de  la población carcelaria en el país, tal como lo afirma Harold Cardozo, parte del equipo de seguridad de la cárcel Modelo, que a pesar de tener una capacidad para 2400 reclusos se alberga el doble, y donde guerrilleros de extrema izquierda, paramilitares de derecha, narcotraficantes y pequeños delincuentes  deben convivir  bajo el mismo techo.

Eso, por el lado penitenciario, pero, ¿Cuál es el estado en el que se encuentra la eutanasia en Colombia?: La Corte Constitucional estudió el tema y finalmente determinó que en Colombia no resulta condenable penalmente el acuerdo al que pueden llegar un médico y su paciente, el cual es libre y capaz  de solicitar el fin de su existencia, al sufrir una enfermedad incurable y padecer intensos dolores, es una conducta totalmente justificada.

La sentencia C-239/97 suscrita por todos los magistrados de la Corte concluye que “el Estado no puede oponerse a la decisión del individuo que no desea seguir viviendo y solicita que le ayuden a morir, cuando sufre una enfermedad terminal que le produce dolores insoportables, incomparables con su idea de dignidad. Por consiguiente, si un enfermo terminal que se encuentra en las condiciones objetivas que plantea el artículo 326 del Código Penal considera que su vida debe concluir, porque la considera incompatible con su dignidad, puede proceder en consecuencia, en ejercicio de su libertad, sin que el Estado esté habilitado para oponerse a su designio, ni impedir a través de la prohibición y de la sanción, que un tercero le ayude a hacer uso de su opción.

Ante la decisión tomada por la Comisión Federal para la Eutanasia quedan algunos interrogantes en el aire, por un lado, la indignación de la familia de la víctima ¿Por qué al asesino de nuestra hermana le es permitido morir con dignidad mientras nuestro sufrimiento continúa? Por otro lado el dilema moral que implica dar una muerte digna a un criminal: ¿Es legal autorizar la eutanasia aun cuando, lejos de ser físico, el sufrimiento  es psicológico y además lo padece un violador y asesino? ¿Significará este caso el inicio de una nueva modalidad de “pena de muerte”?


Mientras el futuro de la eutanasia se define alrededor del mundo, Gustavo Quintana seguirá navegando a través de las aguas del río Estigia, tomará de la mano a su paciente y con él atravesará ese umbral, "A veces digo que me siento como Caronte, el barquero de la Divina Comedia, "de alguna manera es como si yo me colocara tanto en los zapatos de un paciente, que es como si yo me muriera con ellos”. 

“Generalmente yo medito una hora antes de ir a hacer un proceso,
me tomo ese tiempo para trata de recopilar lo que ha sido la vida del paciente". Foto Cristian Mora

Despiés

Documentos:

Parte de la ley establecida en mayo 22 del 2002 la cual avala la Eutanasia en Europa, puede ser encontrada y leída en su idioma original en el siguiente:enlace: http://www.ejustice.just.fgov.be/cgi/article_body.pl?language=fr&pub_date=2002-06-22&numac=2002009590&caller=summary

Así mismo el proyecto de ley estuatario de la Eutanasia en Colombia: http://servoaspr.imprenta.gov.co:7778/gacetap/gaceta.mostrar_documento?p_tipo=18&p_numero=70&p_consec=33628



A propósito de la temática de la eutanasia belga, en Bogotá se dictarán
convenciones con abogados y personas claves del Comite de Evaluación y Control de la Eutanasia belga.



16 ene 2014

Propósito (cuento)

Mi abuelito escucha a los insectos y le da nostalgia. Mi abuelito escucha a los insectos y le dan ganas de llorar. Mi abuelito viviría llorando si pudiera...

Hoy agarré un mosquito con las manos. En cierta forma recordé aquella escena de la película de karate kid en la que el estudiante logra atrapar una mosca con unos palillos, por supuesto mi hazaña fue mucho menos impresionante pero no es lo magnífico de atrapar un mosquito con las manos lo que me hace contar este pensamiento.

Tenía al insecto entre mis dedos, ya hace rato le había visualizado, revoloteaba sobre mi cabeza  con sus extremidades colgando del cuerpo, se veían tan pesadas , como si fuese un castigo llevarlas, fue entonces cuando le agarré con firmeza con mi mano derecha (siempre la más dispuesta) y mientras veía y evaluaba el daño que mis dedos le había ocasionado le arranqué una pata.

Como era un mosquito no emitió ningún grito, no era como un perro o un gato que gritan para expresar su dolor, este solo seguía intentado volar , como si no entendiese que había algo que lo sostenía y solo pudiese hacer lo que la naturaleza le había condenado a hacer, solo podía intentar completar su propósito.

Que un mosquito se aferre a la vida para cumplir su propósito me hace pensar lo insignificantes que somos los seres humanos, que jactandonos de nuestra "inteligencia" aun sufrimos por encontrar nuestro   "propósito", como si la razón hubiese cambiado algo dentro de nosotros y nos hubiese atado a una pregunta tramposa. En nuestro desesperado intento por dar a nuestra conciencia un sentido creamos dioses , fuerzas místicas y deidades que nos salven del fin definitivo que es la muerte, pero este mosquito, que no es capaz ni de preguntarse cualquier cosa, solo se preocupa por cumplir su propósito, morir lo tiene sin cuidado. Mientras pienso esto le arranco instintivamente otra pata.

Ahora el mosquito no es capaz de volar , lo dejo en la mesa y me siento a ver como golpea sus alas contra la madera sintética, se eleva un poco sobre la superficie de esta pero cae al instante, es casi como un salto, solo que en lugar de usar sus piernas usa sus deterioradas alas. Esas mismas alas que le permitían surcar mi cuarto con libertad ahora solo le servían para dar esporádicos "saltos". Este mosquito está inválido, no puedo volar y así ya no es capaz de hacer nada. Su corta vida ha tenido un final más abrupto de lo esperado.

Alguna vez leí que el objetivo de la vida no es llegar al final, que al final todo se hace más difícil. La vejez no hace distinción entre los seres humanos y se lleva nuestra humanidad poco a poco. Todo aquello que hemos construido se derrumba, perdemos la memoria y el sentido de estar vivos, como una preparación para la infame muerte. Este mosquito es como un anciano agonizante que espera sin saberlo la muerte. Pensé entonces que sin dos de sus seis patas es más parecido a un ser humano de lo que jamás fue en toda su vida , pero claro los humanos no pueden volar. Por eso le arranqué las alas.

Ahora guardo a mi pequeña persona en la cajita de un reloj  dentro de mi mesita de noche. Mi abuelito yace calmado todas las noches, esuchando como los insectos baten sus alas. Mi abuelito escucha a los insectos y le da nostalgia. Mi abuelito escucha a los insectos y le dan ganas de llorar. Mi abuelito viviría llorando si pudiera, pero él ya está muy viejo para eso.