16 ene 2014

Propósito (cuento)

Mi abuelito escucha a los insectos y le da nostalgia. Mi abuelito escucha a los insectos y le dan ganas de llorar. Mi abuelito viviría llorando si pudiera...

Hoy agarré un mosquito con las manos. En cierta forma recordé aquella escena de la película de karate kid en la que el estudiante logra atrapar una mosca con unos palillos, por supuesto mi hazaña fue mucho menos impresionante pero no es lo magnífico de atrapar un mosquito con las manos lo que me hace contar este pensamiento.

Tenía al insecto entre mis dedos, ya hace rato le había visualizado, revoloteaba sobre mi cabeza  con sus extremidades colgando del cuerpo, se veían tan pesadas , como si fuese un castigo llevarlas, fue entonces cuando le agarré con firmeza con mi mano derecha (siempre la más dispuesta) y mientras veía y evaluaba el daño que mis dedos le había ocasionado le arranqué una pata.

Como era un mosquito no emitió ningún grito, no era como un perro o un gato que gritan para expresar su dolor, este solo seguía intentado volar , como si no entendiese que había algo que lo sostenía y solo pudiese hacer lo que la naturaleza le había condenado a hacer, solo podía intentar completar su propósito.

Que un mosquito se aferre a la vida para cumplir su propósito me hace pensar lo insignificantes que somos los seres humanos, que jactandonos de nuestra "inteligencia" aun sufrimos por encontrar nuestro   "propósito", como si la razón hubiese cambiado algo dentro de nosotros y nos hubiese atado a una pregunta tramposa. En nuestro desesperado intento por dar a nuestra conciencia un sentido creamos dioses , fuerzas místicas y deidades que nos salven del fin definitivo que es la muerte, pero este mosquito, que no es capaz ni de preguntarse cualquier cosa, solo se preocupa por cumplir su propósito, morir lo tiene sin cuidado. Mientras pienso esto le arranco instintivamente otra pata.

Ahora el mosquito no es capaz de volar , lo dejo en la mesa y me siento a ver como golpea sus alas contra la madera sintética, se eleva un poco sobre la superficie de esta pero cae al instante, es casi como un salto, solo que en lugar de usar sus piernas usa sus deterioradas alas. Esas mismas alas que le permitían surcar mi cuarto con libertad ahora solo le servían para dar esporádicos "saltos". Este mosquito está inválido, no puedo volar y así ya no es capaz de hacer nada. Su corta vida ha tenido un final más abrupto de lo esperado.

Alguna vez leí que el objetivo de la vida no es llegar al final, que al final todo se hace más difícil. La vejez no hace distinción entre los seres humanos y se lleva nuestra humanidad poco a poco. Todo aquello que hemos construido se derrumba, perdemos la memoria y el sentido de estar vivos, como una preparación para la infame muerte. Este mosquito es como un anciano agonizante que espera sin saberlo la muerte. Pensé entonces que sin dos de sus seis patas es más parecido a un ser humano de lo que jamás fue en toda su vida , pero claro los humanos no pueden volar. Por eso le arranqué las alas.

Ahora guardo a mi pequeña persona en la cajita de un reloj  dentro de mi mesita de noche. Mi abuelito yace calmado todas las noches, esuchando como los insectos baten sus alas. Mi abuelito escucha a los insectos y le da nostalgia. Mi abuelito escucha a los insectos y le dan ganas de llorar. Mi abuelito viviría llorando si pudiera, pero él ya está muy viejo para eso.